Hola, otoño. Perdona que no me levante pero me pillas cansada. El verano me ha pasado por encima como un tractor en plena siega y me ha chupado más energía.
Luchar contra los propios principios es complicado, y mandar a tu cuerpo sentarse a estudiar cuando lo que está en tu modus operandi es salir a disfrutar de sol, del calor y la gente, agota.
Nos lo hemos pasado bien, en cualquier caso. Los ratos esporádicos de Cañadio y baile han merecido la pena. Y es cierto que estás haciendo la transición agradable, te lo debo conceder, estos ratos de sol que nos regalas y nos cogen por sorpresa se agradecen. Pero no engañas a nadie.
Cuando menos lo pensemos vas a traer a la lluvia de visita, y se nos van a estropear los domingos en el faro y los sábados de hockey. Las cenas en terraza y las noches de río. Que nos conocemos.
Los dedos se nos van a encoger dentro de los zapatos y la humedad nos va a llegar hasta el alma. No creas que vamos a amilanarnos por ello, tenemos el chubasquero armado y los paraguas sacado brillo, no vas a poder con nosotros.
Nos tienes en guardia preparando la lista de bares con terraza cubierta y mirando de reojo las paredes exteriores de los restaurantes analizando cuáles tienen estufas y cuáles no. Hemos reservado mesa vitalicia en el Cantabria.
Estamos haciendo recuento de suministros y turnándonos para hacer cenas en casa, y alguien me dejó en la mesa el otro día la cartelera de la filmoteca, para que vaya despejando mi agenda.
Ya hemos bajado del altillo las bufandas y conozco a algunos que tienen preparada una ruta del cocido por Cantabria para los fines de semana. No nos vas a intimidar.
Hemos comprado vuelos para descansar de tu forma de hacer las cosas y hemos decidido que tu llegada nos viene estupendamente para adelantar trabajo y poder dedicarnos en unos meses en cuerpo y alma al verano.
Trae la lluvia, que estamos preparados para todo.
Oh we’re still the greatest
The greatest
The greatest
Buenísimo
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